Cuentos para niños

Las estrellas mágicas de Lúmina

Las estrellas mágicas de Lúmina

En un hermoso pueblo llamado Lúmina, rodeado de colinas verdes y ríos brillantes, vivían dos mejores amigos: Valeria, una niña valiente con pelo rizado y ojos curiosos, y su fiel compañero, un pequeño dragón llamado Fuego, que aunque no era muy grande, poseía un corazón del tamaño de una montaña.

Un día, mientras exploraban el bosque encantado cercano, Valeria y Fuego encontraron un antiguo mapa escondido dentro de una cueva. ¡El mapa prometía llevar a su descubrimiento de las legendarias estrellas mágicas que caían del cielo en la noche del solsticio de verano!

- ¡Mira esto, Fuego! - exclamó Valeria mientras desplegaba el viejo papel, que estaba lleno de dibujos y símbolos extraños.

- ¿Las estrellas mágicas? - preguntó Fuego con su voz aguda, viéndose emocionado. - Dicen que conceden deseos a quienes las encuentren.

Valeria sintió que un cosquilleo de emoción recorría su cuerpo. - ¡Debemos ir y encontrarlas! - agregó.

Se prepararon para la aventura: todos sus útiles estaban cuidadosamente guardados en una mochilita a la que no le falte nada. Valeria llevó una linterna, un cuaderno para anotar sus descubrimientos, y Fuego, decidido, se llenó de pequeñas provisiones: algunas lichis y un par de dulces de oreja...

Tras un largo día de viaje siguiendo el mapa, llegaron al lugar donde las estrellas caían. Era un pequeño claro en el bosque donde los árboles formaban un círculo mágico, iluminado por suaves luces danzantes. - ¡Estamos aquí! - gritaron juntos.

Pero, curiosamente, no había estrellas en el cielo. Solo había nubes grises y atisbos de porvenir en el ocaso.

- Tal vez tendrán que esperar a que caiga la noche - sugirió Valeria, sintiendo que su voz estaba revestida de duda. Así que decidieron descansar mientras contemplaban el paisaje hermoso y las hojas de los árboles murmuraban al viento.

A medida que la noche se acercó, las nubes comenzaron a despejarse, y el cielo brilló con una maraña de estrellas parpadeantes. Valeria nunca había visto algo tan hermoso; la luz iluminaba el claro, creando un ambiente mágico que se podía tocar con las manos. Y entonces, de repente...

Una estrella fugaz atravesó el firmamento, dejando una estela brillante a su paso. - ¡Mira, Fuego! - Valeria señaló emocionada. - ¡Suéltala, suéltala!

El dragón aleteó emocionado, intentando atraparla.

Pero, antes de que pudieran hacer algo, la estrella aterrizó justo en el claro, brillando intensamente. Con un pequeño destello y un suave crujir, se convirtió en una hermosa criatura de luz, que parecía hecha de estrellas y polvo sofisticado.

- ¡Hola, valientes amigos! - dijo la criatura con una melodía encantadora. - Soy Lumina, la guardiana de las estrellas. He estado esperando por ustedes.

- ¿Por nosotros? - respondió Valeria, admirada.

- Sí - dijo Lumina con una sonrisa. - He visto tu espíritu valiente y tu deseo de ayudar a los demás. Esa es la esencia que atrae a las estrellas mágicas. Ahora, es momento de cumplir un deseo, pero deben ser sabios al elegirlo.

Valeria y Fuego se miraron en silencio. Sabían que querían que su pueblo fuera feliz. Necesitaban algo que no solo beneficiara a ellos, sino a todos los que, como ellos, disfrutaron de la belleza del bosque y los secretos que mantenía escondidos.

- Queremos que nuestro pueblo siempre tenga buenos momentos y un poco de magia, compartiendo amor y amistad - dijeron al unísono.

Lumina sonrió. - Esa es la mejor elección que pudieron hacer. ¡Hecho está! - Y con la luz de su cuerpo brillante, tres destellos salieron hacia el cielo, dorados y plateados, dejando una sensación de calidez.

- ¿Y ahora? - preguntó Valeria.

- Regresen a casa, amigos. Llenen a su comunidad de amor, alegría y paz - dijo Lumina, enviándolos de regreso al sendero del bosque.

Así, cuando llegó la mañana, el pueblo de Lúmina amaneció lleno de risas, abrazos y sonrisas, como una celebración, cuando los - cuentos mágicos familiares - comenzaron y las memorias alrededor de la fogata llegó por todas partes. A partir de ese día, en el pueblo siempre hubo algo mágico en el aire, porque el amor se había multiplicado en lo más profundo de sus corazones.

Valeria y Fuego, inseparables como siempre, continuarían sus aventuras, explorando nuevos caminos, pues sabían que gauntletl en sus manos era el poder del amor y la amistad.

Y así, cada vez que miraban al cielo, podían ver las estrellas brillando en la distancia, sintiendo que siempre estaban junto a ellos, recordándoles lo importante de compartir y hacer felices a los demás.

Moraleja: Los mejores deseos son aquellos que iluminan la vida de los demás y fortalecen la amistad.