Había una vez una pequeña niña llamada Lunita, que vivía en un pueblo lleno de flores de colores y árboles altos. Lunita tenía grandes sueños y su mayor deseo era encontrar un jardín mágico que había escuchado en historias. Se decía que aquel jardín tenía flores que podían hablar y árboles que contaban cuentos.
Cada mañana, Lunita salía con su diario en la mano y una lupa en la otra, lista para explorar. Un día, mientras exploraba un nuevo sendero en el bosque, encontró un pequeño arco iris que brillaba bajo el sol. Decidió seguirlo y, al hacerlo, se adentró en un rincón del bosque que nunca antes había visto.
Después de caminar un rato, Lunita llegó a un hermoso jardín. ¡Era más espléndido de lo que había imaginado! Flores de todos los colores florecían, y al acercarse, se dio cuenta de que algunas de ellas comenzaban a hablar.
- ¡Hola, Lunita! - dijo una flor amarilla con pétalos brillantes. - Bienvenida a nuestro jardín mágico.
Lunita sonrió y respondió:
- ¡Hola! No puedo creer que las flores hablen.
- ¡Claro que sí! - dijo la flor - Aquí cada uno de nosotros tiene una historia que contar. Pero primero, debes ayudarnos con algo.
- ¿Qué necesitan? - preguntó la niña.
- Hay un pequeño árbol en el centro del jardín que se siente triste. Se llama Roble Sabio y necesita alguien que escuche su historia - explicó la flor amarilla.
- ¡Voy a ayudarlo! - dijo Lunita decidida.
Así que Lunita caminó hasta el centro del jardín y allí conoció al Roble Sabio. Era un árbol enorme con hojas verdes y un tronco fuerte, pero su cara se veía triste y su voz temblaba.
- Hola, pequeño árbol - dijo Lunita con suavidad. - Soy Lunita, ¿por qué estás tan triste?
The Rocket - conté regresó mientras lentamente - yo solía ser el árbol más feliz del jardín, pero un día mis hojas comenzaron a caer, y las flores dejaron de venir a jugar conmigo. Siento que ya no soy importante.
Lunita escuchó atentamente y le dio ánimos.
- No te preocupes, querido Roble. Todos en el jardín te quieren y deben estar muy emocionados de verte. Tal vez sólo necesitas un poco de tiempo para volver a florecer.
Roberto miró a Lunita con sus grandes ojos y dijo:
- ¿Crees que realmente puedo volver a ser feliz?
- ¡Sí! - exclamó Lunita - Empecemos una nueva aventura. ¿Qué te parece si organizamos una fiesta para celebrar tu vida?
Roble Sabio parpadeó emocionado.
- ¡Eso sería maravilloso! Pero, ¿cómo lo hacemos? Los demás árboles y flores no quieren salir...
Lunita pensó un momento y luego tuvo una idea brillante.
- ¿Y si les contamos historias? A todos les encanta escuchar historias. ¡Así podremos todos celebrar juntos!
Roble inició entonces a reír.
- ¡Eres muy ingeniosa! Estoy seguro de que los demás vendrán.
Lunita comenzó a invitar a todas las flores y árboles del jardín. Cada uno encontró su lugar y empezó a narrar cuentos sobre sus vacaciones favoorita, aventuras inolvidables y peligros superados. Lunita hizo un pincel y pintó flores en la tarta de robek sabío, haciendo que cada historia estuviera llena de colores!
Con el tiempo, el jardín se llenó de risas y alegría, las flores comenzaron a brillar más que nunca, y el Roble Sabio pronto se sintió nuevamente feliz.
- Gracias, Lunita - dijo el Roble - No sabía que aún podía ser tan feliz. Has iluminado mi día.
- La amistad y las historias siempre traen alegría - respondió Lunita con una sonrisa.
Entonces, el viento sopló suavemente, y una corriente mágica giró alrededor de Lunita, iluminando su piel con colores vibrantes. Todo el jardín celebró en su jardín de cuentos y colores.
Desde aquel día, Lunita visitaba el jardín mágico todos los días, compartiendo historias con sus nuevos amigos y aprendiendo sobre la importancia de la esperanza, la alegría y la amistad.
Así, en el corazón del bosque, nadie olvidó nunca que un poco de cariño y camaradería pueden ahuyentar la tristeza y hacer que el mundo sea un aún mejor lugar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Moraleja: La amistad y compartir historias pueden traer alegría a quienes se sienten tristes.