Cuentos para niños

El Gran Baile de los Animales

El Gran Baile de los Animales

Era una vez en el Bosque Risas, un lugar mágico donde todos los animales vivían en armonía. En ese bosque vivían un conejo llamado Remi, una tortuga llamada Tula, y una ardilla muy traviesa llamada Chispa. Un día, Remi tuvo una idea brillante:

"¡Organicemos un gran baile!" exclamó, moviendo sus patas emocionado. Tula, que siempre tenía una sonrisa en su rostro, asintió lentamente. "¡Eso suena hermoso! Todos los animales deberán venir. Será el mejor baile de la historia del bosque!"

Chispa, que siempre estaba buscando un nuevo juego, dijo: "¡Y yo me encargaré de la música!" Con esa promesa, los tres amigos comenzaron a planear el gran evento. Se dividieron las tareas: Remi se encargó de invitar a los demás animales, Tula prepararía unas deliciosas galletas de zanahoria, y Chispa buscaría a los músicos del bosque.

Remi fue primero a ver a Bosco, el búho, conocido por su sabiduría y su baile extraño pero divertido. "Bosco, ¿te gustaría venir a nuestro baile? Traeremos galletas y risas... ¡y buena música!"

"Siempre estoy dispuesto a bailar, pero tengo que practicar mis movimientos." dijo Bosco mientras hacía un giro que casi le hizo caer de la rama. Remi se rió y le ayudó a encontrar el equilibrio otra vez.

Luego, Remi se encontró con Felipe, el zorro, quien siempre estaba haciendo travesuras. "Felipe, se viene un gran baile y quiero que vengas. ¡Prometo que no te meterás en problemas!" Felipe sonrió ampliamente, "Desde luego, amigo, ¡pero solo si puedo llevar mis trucos especiales!"

El rostro de Remi se congeló. “¿Trucos especiales? ¿Te refieres a esos que te hacen caer como un tronco?" Pero Felipe solo sonrió con complicidad. "No puedo prometer un baile elegante, ¡pero será muy divertido!"

Con cada invitación que Remi hacía, su lista crecía y crecía. Pero lo que no sabía era que Tula, en su afán de hacer las mejores galletas, había decidido experimentar. "Hoy haré galletas de chocolate con un toque de plátano y un toque de... ¡pace de hocico de cabra!" Se dijo a sí misma. Chispa, que pasó por la cocina, no podía creer lo que vio. "¿Estás segura de querer hacer eso?"

Tula solo sonrió confiada. "¡Claro! ¿Qué podría salir mal?" Y con eso, siguió horneando, dejando un manto de masa por todo el lugar.

Mientras tanto, Chispa comenzó a buscar a los músicos. Fue a hablar con las ranas que siempre croaban en la charca. "Queridos amigos, ¿quieren ser la banda del baile?" Las ranas, emocionadas, dijeron: "¡Sí! Pero a cambio, ¡queremos ver algunos bailes raros!" Chispa, entusiasta, prometió que Remi podría bailar como una estrella.

Finalmente, cuando el gran día llegó, el Bosque Risas estaba decorado con cintas de colores y luces brillantes que resonaban con el canto de las aves. Remi se puso sus mejores zapatos, Tula se colocó una flor en la cabeza y Chispa ajustó su pequeño sombrero de payaso.

Cuando todos los animales llegaron, comenzó el espectáculo. Chispa, en su papel de presentadora, gritó: "¡Bienvenidos, todos, al Gran Baile de los Animales!" Lo animado que era su voz hizo que todos rieran y aplaudieran.

Primero, Bosco hizo su entrada enérgica, haciendo giros con sus alas. Él bailó en el aire mientras todos miraban con una mezcla de admiración y risas. Pero un mal movimiento lo hizo aterrizar en un arbusto ¡y salió con ramas en la cabeza listo para seguir! Todos estallaron en carcajadas.

A continuación, Tula presentó sus galletas. Todos se lanzaron a probarlas, pero al primer bocado, los rostros de algunos se torcieron. "¡Esto sabe raro!" chilló el pato Pío, y todos comenzaron a escupirlas mientras reían. Chispa, entre las risas, dijo: “¡Tienen un toque especial, no hay duda de eso!”

Finalmente, Felipe llegó la pista con una gran explosión de energía. Comenzó a hacer movimientos que confundieron a los demás animales. A veces hacía el baile de la nieve, otras el de la lluvia. Sus saltos y giros alegraron tanto a los demás, que todos se unieron en la pista.

Remi, con toda su valentía, decidió intentar un baile groovy que había visto. Se movía hacia adelante y hacia atrás, prometiendo ser el rey del baile. Sin embargo, un paso en falso hizo que resbalara y cayera rodando, justo hacia Tula, quien también tropezó, creando una cadena de caídas. Chispa estaba al lado de ellos riendo sin parar, viviendo el momento.

El caos se transformó en diversión desenfrenada, con animales cayendo y levantándose el uno al otro, mientras la música de las ranas llenaba el aire. Todos éramos amigos y se olvidaron de quién era el mejor bailarín; simplemente estaban disfrutando.

Al final de la noche, mientras todos se tumbaban en el prado riendo y contando historias sobre sus caídas, Remi, Sofía, y Chispa compartieron una mirada llena de felicidad. "¡El mejor baile de la historia!" proclamó Chispa. Tula sonrió mientras soplaba las migas de galleta de su cabeza, "¡Nos divertimos juntos! Eso es lo que cuenta.""

Y así, en lo profundo del Bosque Risas, todos aprendieron que la verdadera diversión está en disfrutar juntos, por muy torpes que sean esos bailes. La música nunca se detuvo y esas carcajadas se convirtieron en la melodía del bosque por muchos años más.

Moraleja: No importa si bailas bien o mal, lo importante es disfrutar y reír juntos con amigos.